Drones de Bambú: la ciencia al servicio de la comunidad

Los medios nacionales e internacionales hicieron eco desde hace 6 años de un proyecto 100% tucumano. Las notas periodísticas fueron publicadas en diarios de todo el mundo despertando la admiración de grandes referentes de la ingeniería. Fue un ejemplo más de creatividad aplicada a la innovación pero principalmente de superación ante los diversos imprevistos que surgen: no basta con querer construir algo, también se necesitan insumos.

Un grupo de ingenieros y estudiantes de la Facultad de Ciencias Exactas y Tecnología de la UNT (FACET) postularon al bambú como el material que reemplazaría a la estructura de carbono con la que normalmente se trabajaba y que debía ser importada. Era un hecho: en Tucumán comenzarían a construirse los primeros drones de bambú.

El uso de drones en la actualidad es ordinariamente asociado a la cinematografía, turismo, publicidad y fotografía. Sin embargo también se lo relaciona a actividades con una gran connotación negativa como lo es la guerra, el tráfico de drogas e invasión a la privacidad. Entonces es menester preguntarse ¿por qué y para qué la FACET invierte en la construcción de drones?

El Ing. Gustavo E. Juárez es el Director del Laboratorio de Inteligencia Artificial y encabeza desde el año 2012 el proyecto mediante el cual un grupo de ingenieros y estudiantes desarrollan drones reemplazando las estructuras convencionales por un material biodregradable, económico y accesible: el Bambú.

Ing. Gustavo E. Juárez

  • ¿Cuál es el uso final de los drones que están elaborando en el Laboratorio de Inteligencia Artificial?

La usabilidad es concebida principalmente para ser aplicada a la agricultura y agronomía de precisión basada en fotogrametría. Pero nosotros desde Laboratorio de Inteligencia Artificial y el IEEE buscamos llevar adelante actividades humanitarias, como la visita realizada a la comunidad del Ñorco. Allí detectamos una necesidad particular: Ellos realizan actividades de ganadería fuera del corral y pierden ganado. Ésta pérdida genera un impacto económico muy grande para las familias. Los drones servirían en éste caso para rastrear el ganado perdido usando cámaras fotográficas especiales. Otro uso para éste proyecto está destinado a la creación de un dron que tenga la capacidad de extraer muestras de agua y analizarlas. Finalmente buscamos ser funcionales a las misiones de paz de los “Cascos Azules” que se despliegan en territorios donde hubo crisis o catástrofes. En ambos casos podrían encontrarse con situaciones de violencia, entonces las mismas cámaras con las que se realiza agronomía de precisión y detección de ganado permiten hacer detección de insurgencias.

  • ¿Cómo es el proceso de construcción del dron?

Nosotros recibimos el material “verde” que hay que secarlo en distintas condiciones: en techos de chapas de zinc ponemos el bambú entre las correas lo cual garantiza cierta calidad de producto (en cuanto a lo lineal). Hemos probado integrar productos con altas condiciones de biodegradabilidad, en definitiva hicimos un proyecto híbrido que usa partes de bambú y partes de hierro como ser los tornillos, soportes y agarres. Trabajamos el material en verde, verde secado con calor y material ya seco. Impacta mucho el tipo de bambú en cuanto a la capacidad de carga útil y torsión porque buscamos principalmente que el dispositivo vuele y que cumpla condiciones óptimas de operabilidad, es decir que pueda llevar una carga útil. En estos momentos estamos esperando que el Ministerio de Defensa de la Nación a través del Proyecto PIDDEF nos provea de una cámara multiespectral. Entonces el dron tiene que tener garantizada esa operabilidad para que la cámara realice el vuelo y aterrice sin golpes o roturas, para lo cual se realizan estudios y trabajos de campo”.

  • ¿Cuántos prototipos han desarrollado?

Se han desarrollado alrededor de cinco prototipos de los cuales uno está volando. Nuestro prototipo ya fue desarrollado desde el punto de vista estructural, solo queda integrar la cámara de vuelo y la cámara de fotogrametría.

  • Si tenemos en cuenta las funciones para las que fue diseñado el dron, ¿Quiénes serían los responsables del manejo del dispositivo?

Los dispositivos que estamos integrando tienen un elevado costo de producción. Estamos tratando actualmente de conseguir recursos externos a la universidad para poder montar el dron y así brindar un servicio a la comunidad. A lo que apuntamos es a la replicabilidad del proyecto. El Ministerio de Defensa de la Nación decidirá en su momento replicar o no el proyecto para las misiones de paz de los Cascos Azules. Usarlo en comunidades implica la búsqueda de subsidios internacionales. La idea global es tratar de ayudar a las comunidades a buscar subsidios que permitan desarrollar los proyectos, y con una capacitación no muy larga sería factible que ellos puedan manejarlos y ante accidentes pueden elaborar otra estructura, montar la electrónica y volver a poner en funcionamiento el dispositivo. En tanto contemos con un solo prototipo, el servicio de utilización del dron sería requerido al Laboratorio de Inteligencia Artificial, al Decano de la Facultad o al Rector de la Universidad.

  • ¿El equipo que destinó tantos años de esfuerzo, se siente satisfecho con los logros alcanzados hasta ahora?

La forma antigua de hacer ciencia se basaba en el paradigma de “investigación y desarrollo” se hacían estudios de inteligencia artificial aplicada a algo, pero nunca se llegaba a obtener el producto. En la última década el paradigma cambió a “investigación, desarrollo e innovación (I+D+i)”. Hoy hicimos historia porque lo que desarrollamos fue destinado a ser parte de la solución de personas o comunidades. No solo volamos el primer dron de bambú del mundo sino que éste puede ser aplicado a las misiones de paz de los cascos azules en condiciones inhóspitas o a comunidades de alta montaña, es decir, que en la medida en que nosotros podamos hacer volar el dispositivo en esas condiciones, ya nos damos por satisfechos porque además de brindar un servicio también estamos haciendo ciencia. Este proyecto fue publicado en congresos nacionales e internacionales de inteligencia artificial, y hay instituciones que nos auspician y creen en nosotros. Hemos trascendido muchas etapas en las cuales tuvimos que ser muy fuertes para sobrepasarlas y eso ha forjado nuestro temple y nos tiene muy contentos. Hacia dónde vamos, sabemos que nos falta un tiempo y recursos, entonces trabajamos para gestionar nuestros propios recursos dentro y fuera de la Facultad. Por eso estamos constantemente participando en convocatorias internacionales, y desarrollando convenios con universidades argentinas (como la UBA y la Universidad Nacional de Córdoba), Universidades de España, Perú, Bolivia o USA (California). Creemos que en definitiva, la gente que trabaja en estas universidades y participa del proyecto, mas allá de ser científicos reconocidos, son muy solidarios en cuanto a lo que saben y comparten. Incluso contamos con pasantes que ya cumplieron sus pasantías, y siguen volviendo al Laboratorio por el gran sentido de pertenencia que se forjó a lo largo de estos años.

  • ¿El Laboratorio de Inteligencia Artificial está trabajando en otros proyectos?

Estamos desarrollando dispositivos (Giróscopo) para probar otros drones y certificar que están en condiciones de volar. Todo piloto de dron deberá tener su carnet, su seguro y su certificado de buen estado, algo similar a la Verificación Técnica Vehicular (VTV) de los automóviles. Es un servicio que será muy necesario en el futuro.

Fabricación de Drones de Bambú en la FACET

Agradecimientos
El Ingeniero Gustavo Juárez destaca en cada entrevista y ésta no es la excepción, la entusiasta participación de Carlos Juárez Dappe quien asesoró todo el tiempo sobre las propiedades del bambú y también de la Facultad de Ciencias Naturales que donó las cañas de distintas longitudes y diámetros para elaborar los primeros prototipos.

También agradece a las unidades periodísticas por darle visibilidad a los proyectos del Laboratorio y ayudarlos a generar impacto social y mediante la ciencia, poder llegar a la comunidad.

Finalmente agradece a todas las personas que forman parte de éste proyecto de investigación que enaltece a la FACET y posiciona a Tucumán como cuna de grandes mentes comprometidas no solo con el avance científico sino también con sus propias raíces.

  • Ingeniero Jorge Pérez
  • Franco Menéndez
  • Cristian Lafuente
  • Ignacio Rodríguez
  • Gimena del Rocío Martínez
  • Jesica Ruth Quiroga
  • Jorge Rodríguez
  • Mauricio Sosa Padilla
  • Marcelo Torres
  • María Emilia Díaz
  • Andrés Rojas

Área de Comunicación Institucional
Facultad de Ciencias Exactas y Tecnología
Universidad Nacional de Tucumán

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